En el corazón geográfico de Venezuela, donde algunas calles aún son de tierra y los servicios escasean, se levanta un espacio donde lo esencial ocurre cada día: los niños aprenden. La Bendición de Dios nació en 2007 como respuesta al deseo profundo de Rosmelis de servir a su comunidad y brindar a los más pequeños una formación sólida, afectiva y constante. Lo que comenzó como un impulso vocacional pronto se convirtió en un compromiso sostenido con decenas de familias de El Calvario.

Aquí, en medio de un entorno rural con limitaciones materiales, el conocimiento circula con fuerza. A través de una atención cercana, se refuerzan aspectos clave como la lectura comprensiva, la escritura, las operaciones matemáticas, y se desarrollan habilidades prácticas que permiten aplicar lo aprendido a la vida diaria. Este espacio no solo compensa lo que a veces no llega desde las instituciones formales: lo transforma, lo reinventa, lo vuelve propio. La cercanía con la comunidad, el seguimiento personalizado y la convicción de que sí es posible una educación de calidad hacen de esta microescuela un faro educativo en medio de un contexto desafiante.

Rosmelis lo resume con claridad: “La única manera de hacer un gran trabajo es amar lo que haces”. Y su amor por la enseñanza, expresado día tras día, se refleja en cada palabra compartida y en cada aprendizaje que florece en sus alumnos.