María Antonieta Coronel fundó el Centro de Enseñanza Especializado Marie como una manera de generar ingresos extra pero, sobre todo, impulsada por su pasión por educar y orientar a los más pequeños. Con la convicción de que cada niña y cada niño merece una base sólida, convirtió el garaje de su casa en un espacio de aprendizaje cálido y profesional donde cada detalle refleja su compromiso: muebles y estantes para guardar celosamente los materiales, una pequeña pizarra para ilustrar ideas y una serie de plantillas hechas a mano que llevan más de una década acompañando a sus estudiantes.

Su método es profundamente individualizado. Lejos de depender exclusivamente de libros, primero introduce a los alumnos a la lectura a través de cuadernos diseñados por ella misma y por su socia, y una vez que dominan esa etapa regresan a los textos de Mi Jardín, Angelito, Tucusito y Coquito. En un mes, promete satisfacción, se compromete a que cada niño aprenda a leer, y cumple: su enfoque práctico y dinámico evita que el aprendizaje se convierta en memorización mecánica, garantizando en cambio comprensión y motivación.

Uno de los mayores orgullos de María Antonieta es la inclusión. Pocas maestras en Bejuma se atreven a matricular a niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad, autismo o síndrome de Down, y ella lo ha hecho con éxito rotundo. Desde el primer día establece hábitos de estudio y responsabilidad, convencida de que los logros académicos deben ir de la mano con el acompañamiento de las familias. Sus clases son intensas y divertidas a la vez: de lunes a jueves, dos horas diarias en las que el juego educativo refuerza la disciplina y el amor por aprender.

Todo el material y los recursos provienen de su propio bolsillo y de la modestia de las cuotas que pagan los padres, pero eso no detiene sus sueños. María Antonieta y su socia anhelan incorporar herramientas digitales como computadoras y tablets para enriquecer aún más la experiencia de sus alumnos. Mientras tanto, siguen fieles a sus métodos tradicionales, orgullosas de los frutos que han cosechado: una matrícula fluctuante, sí, pero siempre creciente en recomendaciones y cariño por parte de una comunidad que reconoce en ellas la dedicación, el talento y el corazón de verdaderas educadoras.