Hace 27 años, en Montalbán, María Carlota Peroza entendió que enseñar iba más allá de transmitir conocimientos: debía convertirse en una vivencia que dejara una huella positiva en cada niño. Fue así como nació Mi Vallita, una microescuela que acoge a 18 estudiantes de primero a sexto grado y donde aprender se vuelve un proceso íntimo y significativo. Bajo su guía, cada alumno se siente visto, escuchado y valorado desde el primer día.

La rutina en Mi Vallita despliega una rica variedad de actividades que trascienden el currículo oficial. María Carlota integra proyectos académicos con dinámicas artísticas y recreativas, convencida de que cada mente posee su propio ritmo y estilo de aprendizaje. Adaptar sus métodos le permite reforzar fortalezas, atajar dificultades y celebrar cada paso adelante como un verdadero logro.

El sello distintivo de esta microescuela es el compromiso firme de María Carlota con la educación personalizada. Con una atención cercana y estrategias diseñadas a la medida, dedica todo su empeño a que cada niño experimente la satisfacción de descubrir y desplegar su potencial. Este enfoque convierte el proceso educativo en un viaje compartido, donde la curiosidad y la confianza florecen juntas.

Hoy, Mi Vallita no solo es un espacio de aprendizaje, sino un faro de inspiración para la comunidad. La historia de María Carlota Peroza es un testimonio de cómo la pasión y la creatividad pueden redefinir la enseñanza, sembrando en cada niño la semilla de un futuro lleno de posibilidades.