Hace tres años María José Colmenares Rodríguez decidió abrir las puertas de su casa en Sabana de Aguirre para dar clase a los niños de su comunidad que necesitaban aprender a leer y a escribir. Su hogar, ubicado en una zona rural donde solo existe una escuela básica estatal, se transformó en la Microescuela El Rincón Mágico, un espacio de esperanza y descubrimiento.

Con una pizarra prestada, dos mesas, sillas y algunos sillones dispuestos en el porche, María José convirtió ese rincón en un aula improvisada que los pequeños abrazan con entusiasmo. Sus alumnos, de primero a sexto grado, se mueven cuando llueve para no mojarse, pero celebran esos momentos jugando, sonriendo y compartiendo bromas bajo la guía paciente y amorosa de su maestra.

Para llegar al Rincón Mágico basta con recorrer las calles de tierra y preguntar a los vecinos, quienes conocen muy bien a la única docente particular de la zona y con gusto orientan el camino hacia su casa. Esa cercanía y reconocimiento reflejan el impacto de su labor en la vida de tantas familias.

María José cree firmemente en el poder transformador de la educación. Aunque en el pasado caminó casi ocho kilómetros de noche para regresar de la escuela donde trabajaba, no lamenta jamás la decisión de seguir su vocación. Sus niños la adoran y ella, con dedicación infinita, sigue mostrando que la enseñanza puede cambiar realidades.