Marlice Carvajal transformó una sencilla terraza y una mesa en el origen de un sueño compartido. Durante los días más difíciles de la pandemia, abrió las puertas de su hogar en San Blas, Petare, para recibir a seis niños ansiosos por aprender. Con el paso de las semanas, esas primeras familias comenzaron a recomendar el espacio y pronto la pequeña terraza quedó corta. Marlice adaptó cada rincón de su casa hasta ver llegar a cuarenta niños dispuestos a encontrar algo más que una clase tradicional.

En el Centro Pedagógico María Montessori, el aprendizaje cobra vida a través de la metodología Montessori puesta en práctica cada día. Aquí, los pequeños no memorizan lecciones al ritmo marcado por un reloj, sino que exploran, juegan y descubren según sus propias inquietudes. Marlice impulsa actividades donde cada niño convive con su curiosidad, desde las primeras letras hasta proyectos más complejos, siempre con una atención personalizada y un profundo respeto por sus tiempos.

Con la dedicación de su madre, Maryuri Palacios, y un equipo que ha crecido al compás de los alumnos, Marlice consolidó un espacio que la comunidad hoy llama con cariño ‘La Escuelita’. Cuando suena la hora de despedirse, pocos quieren marcharse, porque en estas cuatro paredes improvisadas han encontrado un segundo hogar. Allí se tejen la confianza, el apoyo mutuo y el entusiasmo por descubrir el mundo.

Hoy el Centro forma parte de la red El Bello Árbol y sigue creciendo con la misma pasión que lo vio nacer. Cada niño que cruza su umbral es una nueva oportunidad para construir un futuro lleno de posibilidad. En este rincón de Petare, la enseñanza se alza sobre el amor, la creatividad y la certeza de que la semilla de un gran mañana germina en las manos de los más pequeños.