En un rincón lleno de sueños y curiosidad, Obdulia Oliveros dio un paso valiente hace cinco años al convertir su modesta sala en la Microescuela de Obdulia, parte de la red El Bello Árbol. Lo que nació como una respuesta a la necesidad económica y al deseo de apoyar a las familias de su comunidad, rápidamente floreció en un espacio de encuentro y aprendizaje.

Con una pizarra colgada en la pared y cuadernos abiertos sobre la mesa, Obdulia creó un ambiente donde cada lección de matemáticas y lengua se convierte en una aventura. Su paciencia y dedicación son la brújula que guía a los niños un paso a la vez, asegurándose de que cada uno reciba la atención y el apoyo necesarios para entender con confianza los desafíos que enfrentan.

Más allá de los contenidos académicos, la maestra fomenta la construcción de vínculos sólidos. En cada jornada, Obdulia siembra semillas de confianza y autoestima, acompañando a sus alumnos en el descubrimiento de sus propias capacidades. Gracias a su mirada atenta y su entusiasmo, los pequeños aprenden a creer en sí mismos y a reconocer el valor de su esfuerzo.

Al caer el sol, la casa de Obdulia se convierte en un refugio de crecimiento personal, donde el aprendizaje trasciende las paredes del salón. Cada niño se marcha con la certeza de que, con dedicación, puede alcanzar metas impensadas. Así, la Microescuela de Obdulia se erige como un faro de esperanza y transformación, demostrando que la educación personalizada puede cambiar vidas.