Rosa Haydee Jiménez de Terán comenzó su recorrido en tiempos de pandemia, cuando ejercía como docente en un colegio privado y buscaba aportar un ingreso extra al hogar. Al ver las dificultades de muchos padres para guiar las tareas escolares de forma virtual, convirtió un rincón de su patio en un pequeño salón de clases. Allí nacía la Microescuela Maestra Rosa, un espacio donde cada niño encontraba atención personalizada de primero a sexto grado.

Con una pizarra, libros y mesas dispuestas con esmero, Rosa dedica de lunes a jueves sus tardes a reforzar lectura, escritura y operaciones básicas. Más allá de los conceptos académicos, la maestra ofrece abrazos de seguridad emocional y orientación en valores, especialmente para quienes viven con sus abuelos o caen en el uso indiscriminado de teléfonos y tabletas. Su vocación no solo enseña, sino que sana y fortalece vínculos.

Apasionada por la tecnología y siempre atenta a nuevas metodologías, Rosa promueve el pensamiento crítico a través de lecturas y análisis diversos. La comunidad la abraza con gratitud: niños de invasiones cercanas llegan a sus clases atraídos por un ambiente de respeto y confianza. La Microescuela se convierte así en un refugio de curiosidad y crecimiento.

Con la mirada puesta en el futuro, Rosa sueña con ampliar el espacio educativo, sumar especialistas en distintas disciplinas y brindar apoyo a familias de bajos recursos. Su meta inmediata es dotar el aula de más materiales —pizarrones, colores y recursos lúdicos— para transformar cada jornada en una experiencia cómoda y enriquecedora.