Tania Monasterios abrió un espacio donde cada niño descubre que aprender es abrir puertas a nuevas posibilidades. En su microescuela Aprendo con Tania, ella recibe a quienes llegan con historias, talentos y obstáculos propios, y convierte sus diferencias en la materia prima del crecimiento. Cada alumno encuentra aquí un entorno cálido y flexible, pensado para adaptarse a sus necesidades reales.

Las lecciones diseñadas por Tania abarcan lectura, escritura, matemáticas y manualidades, pero su verdadero objetivo va más allá del currículo. Con paciencia y escucha activa, guía a los pequeños para que aprendan a gestionar sus emociones, expresar sus ideas y colaborar con los demás. De este modo, cada jornada es una oportunidad para fortalecer la confianza y la autonomía.

Todos los proyectos comparten un norte claro: que la escuela sea un taller de vida. Desde modelar historias en el papel hasta resolver problemas con las manos, cada actividad se plantea para que los niños comprendan la utilidad de lo aprendido. Así, el conocimiento no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que construye sueños y destrezas duraderas.

El embrión de esta iniciativa nació durante la pandemia, cuando Tania comprendió que muchos aprendices necesitaban más que una clase virtual. Con convicción y compromiso, transformó esa necesidad en un proyecto que hoy se consolida como un puente hacia el futuro. Su dedicación ha forjado un lugar donde el aprendizaje es, a la vez, un derecho, una aventura y un motor de transformación personal.